MATAR AL MENSAJERO
Sólo mil millones de personas, de las casi seis mil que viven en el planeta, disfrutan de libertad de prensa y expresión. El resto del mundo -países comunistas, algunos capitalistas y principalmente el Sur- vive privado de esa libertad o recibe unas migajas a cambio del llamado "silencio de los pobres".
Unos cuantos locos han declarado la guerra a ese mutismo y a los que lo provocan. Sus armas son unas plumas, unos cuantos ordenadores y unas cámaras de fotos. Son periodistas. Han formado un colectivo por la libertad y cada año varias pierden la vida en un campo de batalla.
Este dicho popular se utiliza en el sentido de acusar a una persona que da una mala noticia de ser el origen o la causa de los males que cuenta. También se utiliza para lamentar la injusticia y el desagradecimiento de las personas que reciben una mala nueva por su ira contra el mensajero.
Se trata de una costumbre ancestral, referida ya en los más antiguos libros sagrados: el portador de malas noticias era castigado y sometido a escarnio. En ocasiones, se ahorcaba al mensajero o se le cortaba la lengua o la cabeza. En Grecia y Roma continuó tan desafortunada tradición. Durante la Edad Media era frecuente azotar a los mensajeros que traían desagradables comunicados. Por el contrario, el mensajero que portaba buenas nuevas era agasajado y tratado con honores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario