martes, 25 de noviembre de 2008

La herencia histórica



Hay algo más de aquella herencia. Los documentos políticos, contienen una explicación de la crisis del capitalismo, de la situación político-económica española y mundial así como unas propuestas de acción con las que se puede coincidir. Algunas cosas parecen algo voluntaristas pero, en lo esencial, es un programa razonable de la izquierda. El problema de mucha gente imagino, es que seguimos sin ver un pronunciamiento claro, rotundo, sin ambages por la democracia o (para que me entiendan los neomarxistas que redactan estos textos en los que se habla de "revolución" y de "socialismo" sin precisar los términos) la democracia burguesa, que es la única que hay. Sigue faltando una declaración formal de renuncia expresa a la violencia. Sigue sin formularse una aceptación sin reservas de la idea de que la "democracia representativa" no es un medio para un fin supuestamente superior sino un fin en sí mismo. Y mientras eso no quede claro y sea convincente, la sospecha de falta de legitimidad democrática de los comunistas y quienes con ellos se asocien hará muy difícil que nada de lo que emprendan consiga un apoyo popular superior al que la coalición ha venido teniendo. Que no es despreciable, desde luego, y le luciría más con un sistema electoral distinto, pero que la deja muy lejos de vislumbrar siquiera la posibilidad de hacer realidad otra de sus más queridas consignas, la de izquierda "transformadora". En las sociedades democráticas las transformaciones sólo pueden hacerse con mayorías parlamentarias y las mayorías parlamentarias no parecen conseguirse con enunciados ambiguos acerca de la "revolución" y el "socialismo".

Supongo y espero que, pasado el plazo que el Consejo Político Federal (o la mitad del mismo) se ha dado, designe un Coordinador General. Pero me atrevo a vaticinar que no le servirá de mucho si la organización no aborda el verdadero problema que tiene, el de los personalismos, especialmente difícil de resolver en épocas electoralmente bajas, cuando las expectativas de acallar disidencias otorgando prebendas disminuyen. Téngase por último en cuenta que una solución de izquierda a ese problema palmario no debiera ser el reparto de cargos, sino la generación de un empeño, un espíritu colectivos de trabajar por el triunfo de una causa que se cree justa. Claro que a lo mejor eso no es cosa de ir a otra asamblea o congreso sino de montar unas sesiones de revolucionarios anónimos.

El Zapatazo.

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