jueves, 20 de noviembre de 2008

Mirándose el ombligo.


La conclusión de la IX Asamblea Federal de Izquierda Unida (IU) ha sido un fiasco que no por previsible deja de ser lamentable. El mal que aqueja a la organización desde su comienzo, el fraccionalismo (y faccionalismo) amenaza con devorarla. Su nombre era y es clara refutación de su incomprensible creencia en que llamándose lo que no es ("unida") conseguirá materializar su deseo. Los que más hablan de unión son los más desunidos de todos; y no solamente aquí, en España, sino por todas partes. Estoy convencido de que el problema procede de la tradición comunista. No viene al caso enredarse en consideraciones históricas pero debe recordarse que la tradición del PCE, de hecho de todos los partidos comunistas del mundo, ha sido el escisionismo y el secesionismo y eso no se cambia de la noche a la mañana. En mi opinión ese virus secesionista del comunismo tiene por lo general raíces personalistas.

El origen del fraccionalismo en el movimiento comunista ha sido siempre el personalismo y es exactamente lo que sucede en IU. Luchas personales por el poder. Si es además por los cargos lo dejo al buen juicio del lector. En todo caso personalismo. Un personalismo tan desaforado y evidente (oculto a veces tras genéricos enunciados ideológicos) que ha llevado a la Asamblea a votar cinco candidaturas distintas y componer un órgano colegiado con cinco orientaciones (y obediencias) personales distintas. ¿O no llaman ustedes personalismo a una situación en que los delegados aprueban casi por unanimidad una declaración política (como si quisieran quitarse de encima tan molesto engorro para dedicarse a lo que más los apasiona que es la intriga y el pasilleo) pero luego no pueden ponerse de acuerdo en quiénes llevarán la batuta de la acción?

Así que el Partido Comunista de España (PCE), mayoritario (si no hegemónico) en IU, es el problema de la organización. Lo paradójico es que también es la solución. Y esta ambivalencia se aplica al propio PCE que con IU no va a ningún sitio y sin ella, tampoco. Ambas partes, el PCE vertebrado como partido pero sin legitimidad democrática por las connotaciones del comunismo y el conglomerado de otras izquierdas que tiene plena legitimidad democrática pero está desvertebrado, ambas partes, digo, hacen muy bien en tratar de mantenerse juntas cueste lo que cueste. 

El Zapatazo.

 

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