lunes, 18 de enero de 2010

El Tardofranquismo



El ya fallecido periodista y escritor Francisco Umbral, inventó lo de “tardofranquismo” para resumir los últimos tiempos de Franco, ya como más lasos, decadentes, tristes y corruptos, pero ahora reparamos con horror en que el tardofranquismo sigue, en Orcera queremos decir, y en otros sitios quizás también, y viene a ser no otra cosa que lo que podíamos definir aquí y ahora como un “franquismo de rebajas”, en lo político concreto, aunque también sea un inconcreto clima que se respira y contamina más que los tubos de escape de los vehículos a motor, de manera que es aun más laso, más decadente, más triste y más corrupto, sobre todo porque después de treinta años de periodo democrático constitucional, lo que procedería es que estas prácticas de funcionamiento en la gestión pública, estuvieran desterradas ya para siempre.
Si se estudia ahora el simbolismo, como estilo y época. Algunos han querido ser y pertenecer históricamente al tardofranquismo, que ha sido y es un fin de época en que todavía los estilistas de la Falange cobran a fin de mes de las últimas ventanillas franquistas, que son los ayuntamientos que a veces consiguen incautar los unos y los otros para pagarse sus propios favores y los favores de los socios circunstanciales de viaje, estos últimos, tardofranquistas despistados de distinto signo, aparentemente para más señas, aunque a estos no se les conozcan bien cuáles son los verdaderos móviles de la acción pactista.
El tardofranquismo es el smog interior de la democracia, es capaz de no dejarla respirar. El último veneno que Yo, Claudio (en versión alcaldes / concejales, todos) deben apurar en copa del Patrimonio Artístico Francisco Franco, sin envenenarse, caudillizarse ni volverse atrás.
El tardofranquismo, señoras y señores ciudadanos, o se apura de un trago o nos traga a todos. Animo, que lo que no me mata, me hace más fuerte, y ya queda poco. De nada.
El Zapatazo.

No hay comentarios: