La mafia del crimen, promovida por un elenco radical de fascistas y cobardes, ha irrumpido salvajemente en campaña. Y ha irrumpido a tiros, que es su lenguaje habitual para promocionar el miedo, auspiciado por unas siniestras cabezas que derrochan una locura abismal, enfermiza y sectaria.
Hoy, pues, es un día triste donde, al escribir, a uno no le asisten las palabras pero que, sin embargo, ante tanta desolación y barbarie; para explicarla, pedimos incesante ayuda al lenguaje. Vamos perdidos, algo atontados, confusos, doloridos, impresionados, profundamente heridos hasta que, tras unos instantes, volvemos a recobrar la fuerza porque nos siguen quedando, la voz y la palabra.
Mi solidaridad para la familia y los amigos de Isaías Carrasco, así como para todos los compañeros y compañeras del Partido de los Socialistas Vascos, en estas horas tremendas en las que el corazón, inmensamente dolorido, se llena de congoja y luto.
Soy militante del Partido Socialista Obrero Español, un partido centenario, entre cuyos hombres y mujeres, a lo largo de su historia, les ha movido y nos mueve el afán de la defensa de la libertad y la solidaridad entre las personas. Valores democráticos, profundos, éticos que, sin grandes alharacas, forman parte de la biografía profunda de la familia socialista. De ahí que, tristemente cansado de una legislatura crispada hasta la saciedad, de unos voceros mediáticos que hasta el día de hoy no han parado de berrear soflamas, de unos palmeros agradecidos que han hecho de las manifestaciones su pregón particular y pervertido, de unos irresponsables servidores públicos que han insultado sin contemplaciones al Presidente del Gobierno, de unos prelados que no han regañado el bárbaro griterío de su emisora pero sí cuestionado el resultado democrático de las urnas, de necios oportunistas que han mentido indiscriminadamente minusvalorando la inteligencia de cualquier ciudadano; cansado hasta el infinito de toda esta feria dramática a la que nos quieren abocar, me niego en rotundo a ese designio intolerable que el ánimo de la voluntad no puede nunca consentir.
Porque yo también me siento, hoy, víctima del terror. Víctima del terror de unos y las insidias y mentiras de otros. Me siento víctima de las calumnias con las que se han inducido a este clima perverso en el que estamos sumidos. Me siento víctima de la sinrazón y la falta de respeto, de la salvajada sin conciencia y la hipocresía prepotente.
Ni unos, ni otros, han creído ni creen en la democracia; ese es el mayor problema de fondo. Unos y otros llaman a la abstención e invitan a la desafección política. Y a los otros y a los unos, por respeto y solidaridad para los que ya no están entre nosotros, hay que responderles mayoritariamente con el voto libre y democrático en las urnas. Hoy, más que nunca, hay que votar con todas las fuerzas.
El zapatazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario