viernes, 11 de enero de 2008

EL CIELO ES NUESTRO



En el uso de sus poderes, más de los que son capaces de ejercer con un mínimo de buena gobernanza, despreciando ostentosamente la educación para la política, que tal vez equipara a lavarse las manos antes de comer. Ya metidos en harina, fieles a la célebre proclama: ¡Que inventen ellos! Lo cual es coherente con el perfil de la autoridad que nos ha tocado en suerte. Es un decir.
De hacer caso a las versiones menos enrevesadas de sus sagradas escrituras, cuando las bodas de Caná Jesús de Nazaret no precisó de habilidades adquiridas en escuelas de enología para convertir el agua en vino. En otra afamada ruta, paró en un banquete escaso y obró la multiplicación de los panes y los peces. Prodigio que al parecer nuestras autoridades intentaron trasladar a la gestión pública extendiendo el sobrecoste allá donde ponen la firma. Y, en fin, qué decir de Moisés separando las aguas del Mar Rojo con la sola ayuda del cayado, ¡alehop!, para abatir en un plis-plas aquel desbordante tsunami sobre sus perseguidores. Donde hay milagros, ¿a quién le importan tres sueldos que nos cuestan a los sufridos ciudadanos una gansa de euros o la utilidad de los mismos? El problema es que esta clase de sucesos sólo ocurren en la Biblia y en los tebeos con superhéroes. En la vida real, por el contrario, hay que calcular hipotecas, pensiones, salarios mínimos, cotizaciones a la Seguridad Social, incluso calorías y carbohidratos, entre una extensa gama de pesos y medidas, donde tampoco está de más echar una mirada triste a la balanza de pagos o a la magnitud de la deuda pública, por poner un par de nubarrones entre tanto azul celeste.
Los más beatos votantes del lugar, fariseos a tiempo parcial, en principio, echan mano de la estadística para medir las preferencias electorales; Pero al final se rigen por los indicadores de fe. O sea, que suelen fiar su escaño y similares a la magia potagia y a los poderes del Gran Manitú, sin valorar cuestiones más prosaicas y demás cálculos empíricos, vaya por Dios. Así le va.
Allá cada cual con sus políticas públicas y el futuro de su capital humano. Pero entre tanta biodiversidad, hay quien marca la diferencia en esta guerra de civilizaciones. El candidato inicial del P.P. Juan Pedro, hoy no adscrito, ¿seguirá pensando igual que en tiempos pretéritos?, o le han cambiado la opinión en esta navidad. Desde su vuelta de Madrid, con bandazos en todas direcciones, dejándose querer por unos, e intentando que le voten los otros, por el momento parece decidido a tomar posesión si es que el de el Bailen y sus adeptos le arrancan los compromisos que le exigen, de manera que las cosa no transite por tratar mal a los beneficiarios potenciales de las decisiones que el mismo aprobó en pleno.
Posteriormente fue el primero y único en poner trabas a las ayudas, habilitadas para los jóvenes políticos. Está claro que perdió sus competencias en este cortijo o así parece. Más quisieran sus votantes y no votantes. Que a falta de Moisés y su bastón para definir con claridad honestidad y rigor la situación, al menos no se dedicara a alimentar la hormigonera, sustentamos, entre otros desechos, el de predicar ignorancia infinita con dinero público. Lo cual no es coherente con este tinglado de meapilas que le aconsejan y le convencen, de tal suerte que prefiere mártires del paraíso en lugar de ciudadanos con derechos. Qué hicimos para merecer esto.
DR. TRANCA.

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