viernes, 16 de noviembre de 2007

DE LA TIERRA Y EL PUEBLO




Unas palabras atribuidas al jefe Seattle, líder de la tribu de los suquamish, asentados en el actual Estado de Washington, en EE UU. En 1854, Seattle respondió a las presiones del presidente Franklin Pierce para que los indios vendieran sus tierras a los blancos y se retiraran a una reserva. "El gran jefe de Washington nos envía un mensaje para hacernos saber que desea comprar nuestra tierra", arranca el texto.
"Es el primer documento literario ecologista". El jefe indio dice que el hombre blanco
se dará cuenta algún día de que la Tierra no es de él, que él es hijo de la Tierra, no dueño, que él es un hilo en la trama de la vida", añade, para recordar después el desgarrado lamento del jefe Seattle: "¿Quién puede comprar o vender el cielo o el calor de la Tierra? Esa idea es para nosotros extraña... Así es, padre blanco de Washington: los ríos son nuestros hermanos... Debéis enseñar a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñado a los nuestros, que la tierra es su madre... Sabemos que la Tierra no pertenece al hombre, que es el hombre el que pertenece a la Tierra". Es impresionante el hombre blanco que tenga la posición científica que asume lo que decía el indio, que acaba asimilando esa visión que era la de los vencidos, la de las víctimas, la de los perdedores de la historia".
La historia se repite en otro marco distinto, los pueblos tienen hijos, y al pueblo pertenecen, y al pueblo se deben, es más científico decir: Yo soy de pueblo, de Orcera, nacido en el, y no: Mi pueblo es Orcera, como si fuera suyo, como si fuera el amo, o cuando menos el prócer salvador que viene a enderezarlo, “como ha dicho alguno”. Que lastima, que posición más opuesta a la del indio, que poca ciencia.
Nacidos en el pueblo, vivieron la juventud; Pero no después, no importa hay que venir a salvarlo, salvar a la pequeña patria, a enderezarlo. Aterrizan en unas listas legales y democráticas como candidatos a la alcaldía y no tienen la delicadeza de estar empadronados en su pueblo, paradojas de la vida, no es alcalde y lo será el siguiente, ni con su voto, no se han votado ellos mismos, ni conforman cómputo de ciudadanos que nos dan derecho a recibir fondos por habitantes, los tenemos que financiar los demás.
No se conforman con todo esto, hay que esquilmarlo, sin escuchar el desgarrado lamento del indio, el que vive en el pueblo, el que ha sufrido y sufre los rigores serranos, los rigores del no sueldo fijo, de las no vacaciones, de las olivillas cogidas en sábados y domingos como complemento de sus ingresos para salir adelante.
El pueblo los vio nacer, poco vivieron en el, y menos sufrieron los rigores mencionados
Recordad lo del jefe indio:” El es hijo de la tierra, no dueño, sois hijos del pueblo, no sus dueños. ¿Quién puede comprar o vender los pueblos?, lo mismo que el cielo y el calor, como decía el indio. Esa idea también es extraña para este pueblo.
Los que se dejan caer de esta manera en pueblos como este, hacen recordar a los serranos y sus pensamientos. Se suele contar: “Cuando veían aparecer por su cortijo a alguien con corbata y traje, “rara avis”, pensaban: Este a por que vendrá.
Cinco meses han bastado para conocer las intenciones a través de sus actuaciones. Es preciso asimilar y pensar con la esperanza, de que aquellos que son los vencidos, las victimas, los perdedores de la historia, algún día la ganarán, no en vano, con el transcurrir del tiempo, la vida nos pone a todos en su sitio.
El pueblo esté en guardia permanente, no se duerma, lo pueden esquilmar.


CRONISTA: EL ANALISTA

1 comentario:

Anónimo dijo...

En otras ocasiones te he felicitado por tus artículos.

En este caso, lamento decirte que no tiene fondo, no tiene argumentos y no tiene razones.

Lo siento, en este caso, no comparto tu pensamiento.